El sueño no es un estado estable; a lo largo de la noche se alternan fases de mayor profundidad y de mayor actividad. Varias veces por noche es normal que el sueño se vuelva superficial y que incluso el bebé esté cerca de despertar. Si va aprendiendo de a poco a calmarse y acompañarse a sí mismo, y si está tranquilo, retomará el sueño sin problemas y sin la presencia de sus padres en ese momento.
Los llantos nocturnos no siempre significan que se haya despertado. Si los adultos prestan atención al llanto sabrán distinguir cuando se trata de un llanto de dolor o miedo. En ese caso irán enseguida hasta la cuna. Si no se precipitan, muchos de los otros llantos duran muy poco y toda la familia podrá seguir durmiendo.
Cuando el papá o la mamá va hasta el bebé, lo recomendable es tranquilizarlo con palabras o con algún masaje. Llorar un ratito no le hace mal y puede ser una buena inversión para su aprendizaje del autocontrol. Es importante que la respuesta del adulto a su llanto sea tranquilizadora sin sumarse al nerviosismo.
Bibliografía: Guía sobre pautas de crianza para niños y niñas de 0 a 5 años de edad – UNICEF.